“La cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno”Hermanos, hay dos clases de campos: uno es el campo de Dios, el otro el del hombre. Tú tienes tu propio dominio; también Dios tiene el suyo. Tu dominio es la tierra; el dominio de Dios es tu alma. ¿Es justo que cultives tu dominio y dejes sin cultivar el de Dios? Si tú cultivas tu tierra y no cultivas tu alma, ¿es porqué quieres poner en orden tu propiedad y dejar sin cultivar la de Dios? ¿Esto es justo? ¿Acaso merece Dios que seamos negligentes con nuestra alma a la que Dios tanto ama? Te alegras viendo tu dominio bien cultivado, ¿por qué no lloras viendo tu alma sin cultivar? Nuestros campos nos darán para vivir en este mundo un cierto número de días; el cuidado de nuestra alma nos hará vivir sin fin en el cielo… Dios se ha dignado confiarnos su dominio, que es nuestra alma; con su ayuda pongámonos a trabajar con todas nuestras fuerzas, para que en el momento en que él vendrá a visitar su dominio lo encuentre bien cultivado y en perfecto orden. Que encuentre en él una cosecha y no zarzas; vino y no vinagre; más trigo que cizaña. Si en él encuentra todo lo que le complace, nos dará a cambio las recompensas eternas, y las zarzas serán consumidas por el fuego.
San Cesáreo de Arlés (470-543), monje y obispo Sermones al pueblo, nº 6; CCL 103, 32
No hay comentarios:
Publicar un comentario